Aprendizaje experiencial en el trabajo
Aprendizaje experiencial en el trabajo
Desarrollar a los equipos de trabajo produce un cambio de comportamiento duradero que puede traducirse en un mayor rendimiento, una mejor comunicación y un mayor compromiso laboral. ¿Pero puede el aprendizaje ser divertido y productivo a la vez? En realidad, el tipo de aprendizaje más eficaz es el divertido, y esa es la idea que subyace a una técnica de formación cada vez más popular: el aprendizaje experiencial.
Aunque es probable que existan varias definiciones de este tipo de aprendizaje, en esencia se trata simplemente de aprender haciendo y reflexionando. Cuando se hace bien, puede ayudar en todo, desde el estilo de liderazgo y el éxito individual y de equipo hasta la comunicación y la gestión de conflictos. Para entender cómo aplicar el aprendizaje experiencial, es útil echar un vistazo a sus raíces teóricas.
El ciclo del aprendizaje experimental
A la hora de diseñar o evaluar un programa de aprendizaje experiencial, el mejor punto de partida es el ciclo de aprendizaje experiencial de Kolb. Este modelo teórico, inspirado en el trabajo del psicólogo de la Gestalt Kurt Lewin, fue publicado por el teórico de la educación David A. Kolb en 1984 y diseñado para dar forma al aprendizaje a través de la experiencia, la percepción, la cognición y el comportamiento. Según esta teoría, el alumno pasa por cuatro fases distintas, cada una de las cuales cimienta el aprendizaje de una manera diferente:
– Experiencia concreta. Aquí el estudiante se encuentra con una nueva experiencia o aborda una experiencia existente de una manera nueva.
– Observación reflexiva. En la siguiente fase, el participante reflexiona sobre la experiencia, extrayendo observaciones y conclusiones personales.
– Conceptualización abstracta. En este punto, el estudiante forma nuevas ideas, o modifica las existentes, basándose en los aprendizajes de la etapa de observación reflexiva anterior.
– Experimentación activa. Por último, el estudiante aplica las nuevas ideas a la práctica y luego las evalúa para ver si se requieren modificaciones.
La última fase de experimentación activa se convierte en la experiencia concreta -o primera etapa- para el siguiente ciclo, y vuelve a empezar. Al circular por el ciclo, la persona recorre un patrón de refuerzo del aprendizaje muy eficaz que se traduce rápidamente en nuevos comportamientos y habilidades.
Afrontar la realidad de forma más eficaz escapando de ella
Este ciclo se puede plantear de muchas maneras, por lo que naturalmente hay bastantes técnicas para poner en práctica el aprendizaje experimental, como los juegos de rol, en los que las personas desempeñan diferentes papeles para abordar objetivos de aprendizaje específicos, o las simulaciones, que les dan la oportunidad de seguir ampliando sus funciones.
Sin embargo, quizá la más implicada e inmersiva sea el «escape room», en la que se pone a los equipos en una situación en la que se les reta a trabajar juntos para orquestar una fuga simulada de una trampa ficticia. Los escenarios pueden ser muy creativos y vistosos, y los participantes pueden verse en el papel de espías, piratas, astronautas o incluso del mismísimo detective Sherlock Holmes.
Esto también ofrece un «escape» de la rutina diaria y, en consecuencia, puede ser extremadamente divertido, tanto que algunas personas pagan cuotas significativas para participar en ellas por puro valor de entretenimiento. Sin embargo, esta misma propensión a la diversión también convierte a las salas de escape en potentes herramientas para aprender y consolidar nuevas habilidades y, por tanto, en estupendos ejercicios de creación de equipos.
Cuatro pasos para aprovechar el valor del aprendizaje experimental
Independientemente de si se lleva a cabo una experiencia totalmente inmersiva, como un escape room, o algo menos implicado, como un juego de rol, hay algunos elementos críticos que el programa debe abordar para que se traduzca en un mejor rendimiento:
– Comportamiento. La interacción durante las actividades debe arrojar luz sobre la forma en que las personas tienden naturalmente a abordar las tareas, comunicarse y tomar decisiones en el trabajo. Los escape rooms tienden a hacerlo de forma natural, porque el acto de resolver un reto suele poner en práctica las mismas habilidades que las personas aprovechan en sus profesiones.
– Evaluación. En algún momento, poco después de la actividad, los participantes deben hacer una evaluación que analice las observaciones. Este es un paso fundamental porque ayuda a los participantes a desarrollar una mayor conciencia de sí mismos. La autoconciencia es indispensable para dar forma a nuevos comportamientos.
– Un espacio seguro para la reflexión. Se trata de crear un entorno en el que la gente pueda reflexionar plenamente sobre la tarea experiencial y considerar las implicaciones de enfoques alternativos. En algunos casos, esto implica una autocrítica bastante seria, y esto sólo puede ocurrir en un entorno en el que las personas se sientan lo suficientemente seguras como para evaluar abierta y honestamente su propio desempeño.
– Ponerlo en práctica. Debe haber una forma sistematizada de traducir los conocimientos en planes de desarrollo personalizados. Esto puede adoptar cualquier forma, pero al final, el aprendizaje debe ser procesable para ser eficaz.
La conclusión es que el aprendizaje experiencial eficaz, aprovechado como técnica de formación, hace que uno sea consciente no sólo de cómo se comporta, sino de por qué actúa así, permitiéndole enfrentarse a sus propios comportamientos de forma muy memorable y divertida. Cuando se combina con un análisis adecuado y un plan para ponerlo en práctica, ese aprendizaje tiende a fijarse, y los participantes desarrollan nuevas habilidades muy necesarias para los contextos laborales.