Líderes altamente sensibles: ¿Cómo son?

Líderes altamente sensibles: ¿Cómo son?

Líderes altamente sensibles: ¿Cómo son?

El líder sensible detecta las injusticias en su equipo de trabajo y las resuelve. Sabe que el bienestar emocional es clave para superar los desafíos y conquistar metas.

Los líderes altamente sensibles existen y se abren paso cada vez más entre nuestros escenarios laborales. Atrás ha quedado el ejecutivo agresivo, el líder coercitivo de “ordeno y mando” que habitaba en las empresas verticales. Los tiempos cambian, las necesidades son otras y los estilos de liderazgo pueden hacer fracasar un proyecto empresarial o, por contra, posicionarlo con éxito en el mercado.

Lo cierto es que muchos pueden poner en duda a este tipo personalidad. Alta sensibilidad se asocia con frecuencia con la debilidad, con ese tipo de vulnerabilidad en el que navegan las dudas, los cambios de humor y hasta la falta de resolución.

Por ello, debemos tener claro algo muy sencillo para empezar: el liderazgo sensible hace de su particularidad su talento y su mayor fortaleza. No es débil, es resolutivo a la hora de tomar decisiones porque comprende las necesidades del entorno. No es inseguro, es consciente del potencial del equipo humano para orientarlo a metas concretas. Tampoco se limita a mimetizar con el sufrimiento ajeno, son personas que capacitan y saben inspirar altos ideales para superar retos y dificultades.

Empleado con jefe

Características de los líderes sensibles

La alta sensibilidad es una superpotencia que debe saber utilizarse. Por lo general, quien se ajusta a este tipo de personalidad se pasa una parte amplia de su vida dando por sentado que esa forma de ser es un “problema”. Les cuesta encajar, viven las cosas con mayor intensidad y, por lo general, el mundo les parece un lugar excesivamente ruidoso y disonante.

Esto hace que vean la esfera de la empresa y de los negocios como entornos con demasiada estimulación, estresantes, con un ritmo demasiado rápido y con un exceso de competitividad. Sin embargo, cuando se conocen un poco mejor descubren que poseen rasgos que pueden convertirlos en líderes natos.

Así, trabajos de investigación como los realizados por la doctora Elaine N. Aron y la doctora Bianca P. Acevedo destacan algo relevante. Se cree que esa sensibilidad del procesamiento sensorial en algunas personas fue también un modo de favorecer la supervivencia de la especie.

Al ser más receptivos a sus entornos tenían una mayor conciencia de las oportunidades. Esto facilitó en el pasado que fueran hábiles, por ejemplo, a la hora de obtener comida, detectar amenazas y crear alianzas con las personas para sortear dificultades.

Son personas idealistas y con firmes convicciones morales y éticas

Los líderes sensibles son personas con unos ideales muy claros. No solo son mentes que se comprometen con los objetivos de la empresa. Algo que les define es saber armonizar las metas de la organización con el bienestar emocional de su equipo. Esto implica desde defender sus derechos hasta promover su bienestar psicológico.

Tienen unas firmes convicciones morales, un buen sentido de la justicia y promueven un estilo de trabajo ético, respetuoso y motivador.

Son buenos comunicadores

Todo buen liderazgo demuestra una elevada competencia en las habilidades comunicativas. Saben dialogar, llegar a acuerdos, practicar una escucha activa y expresar lo que quieren y esperan de manera asertiva y respetuosa. De este modo, un valuarte innegable del líder sensible es su gran influencia social en el clima de la empresa y sus buenas dotes de comunicación.

Comprenden las necesidades de las personas

Los grandes líderes con rasgos de alta sensibilidad tiene una ventaja indudable: son muy conscientes de las necesidades y estado emocional de las personas que les rodean. Saben leer entre líneas. Perciben los cambios sutiles, el estrés, las actitudes que predicen determinados problemas, la desarmonía en los equipos de trabajo…

Tienen una habilidad natural para leer el lenguaje verbal y la comunicación no verbal

La capacidad para procesar de manera más profunda los aspectos emocionales de los trabajadores les permite prevenir dificultades. A esto se le suma la voluntad de aportar estrategias de mejora y de construir entornos laborales con mayor armonía.

Crean entornos de trabajo más respetuosos, motivadores y felices

Para mejorar la confianza en los equipos y que estos puedan desarrollar todo su potencial, se necesitan mentes hábiles en inteligencia emocional. De este modo, los líderes sensibles se alzan precisamente como esas figuras capaces de crear entornos de trabajo nutritivos en materia de emociones.

Son espacios cómodos para que las personas y los equipos se sientan libres para cuestionarse, desafiarse y estar en desacuerdo para lograr soluciones más innovadoras ante los problemas. El talento germina solo cuando hay un sustrato social propicio, digno, respetuoso y motivador.

Mujer representando a los líderes sensibles

Tienen iniciativa, creatividad y pasión: el líder resonante

Daniel Goleman describe en su libro El líder resonante crea más (2009) un tipo de figura capaz de hacer llegar sus conocimientos, entusiasmo, impulso creativo y empatía de un modo poderoso e inspirador. Esa resonancia en el liderazgo también está presente en el jefe altamente sensible, en ese directivo cercano y transformador que tantos beneficios aporta a una empresa.

El líder sensible es alguien que sintoniza con las realidades emocionales de su organización y las encauza en una dirección emocionalmente positiva para obtener beneficios comunes. Y no solo eso. Es un visionario con altas competencias creativas e innovadoras. Sabe contagiar su pasión y resuena con su comportamiento. Es decir, no es la clásica persona que se limita a dar discursos motivacionales; es un ejemplo de conducta y de cumplimiento de objetivos.

Para concluir, en una era de cambios y en un momento social con grandes desafíos en el horizonte, necesitamos líderes de otra pasta. Personas con visiones más altas y sentimientos más profundos. La alta sensibilidad puede ser ahora más que nunca nuestra principal ventaja.